La ciencia es para todxs

Existe una mentira tan común que mucha gente suele aceptarla sin reflexionarlo: la ciencia solo es practicada por científicxs, y lxs científicxs son exclusivamente personas con una larga trayectoria académica.
Autora: Paula Sternberg Rodríguez

Existe una mentira tan común que mucha gente suele aceptarla sin reflexionarlo: la ciencia solo es practicada por científicxs, y lxs científicxs son exclusivamente personas con una larga trayectoria académica.

Es una mentira. La ciencia se ha practicado durante milenios,  normalmente descartada estratégicamente como prácticas culturales, tradiciones agrícolas, medicinas alternativas o alquimia. La idea de que la ciencia solo ocurre en estudios controlados, que es un apéndice inseparable del mundo académico y que solo es válida si es respaldada por institutos de investigación o publicada en una revista científica, tiene sus raíces en un concepto colonial.

Hoy en día, la ciencia es, aunque de forma bastante lenta, cada vez más accesible para todxs, que es precisamente de lo que se trata la ciencia comunitaria. La ciencia comunitaria nos muestra que cualquier persona, independientemente de su formación académica o científica, puede contribuir a la investigación científica.

Para N-Gen, el BioBlitz de la Frontera encarna este enfoque. Nacido de la necesidad de documentar la biodiversidad fronteriza para reforzar la oposición a la construcción del muro en 2017, el BioBlitz de la Frontera ha recopilado ocho años de observaciones de plantas y vida silvestre a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos.

Cada primavera, individuos y organizaciones comunitarias organizan nodos (o eventos) públicos ubicados a 15 km al norte o sur de la frontera México-Estados Unidos, abiertos a la participación de todo el mundo. Lo único que se necesita para participar es un teléfono inteligente y una gran curiosidad por el mundo natural. Lxs participantes toman fotografías de plantas y vida silvestre y las suben a Naturalista, una plataforma diseñada para la ciencia comunitaria.

Este año, 33 nodos y más de 200 personas salieron a documentar casi 30,000 observaciones en Naturalista. Entre ellos, una embarcación dedicada a la observación de la biodiversidad marina salió desde la costa de San Diego para registrar todo tipo de observaciones, desde grandes pelágicos hasta pequeños invertebrados marinos.

El nodo marino es un esfuerzo transfronterizo, en el que participantes de ambos lados de la frontera se unen para documentar ecosistemas que a menudo se ven innecesariamente truncados por fronteras políticas durante proyectos de investigación. El nodo marino es excepcional, ya que subirse a una embarcación científica no es una experiencia comúnmente accesible. Este año, lxs participantes iban desde biólogxs marinxs con años de experiencia hasta poetas y diseñadorxs gráficos, todxs fanáticxs de la naturaleza.

“Como una persona fuera de la comunidad académica y científica, es raro para mí presenciar la investigación de primera mano”, compartió Allison Liang, diseñadora gráfica que participó en el nodo marino de este año. “Oportunidades como esta son difíciles de encontrar cuando no eres estudiante ni formas parte del campo. Este viaje me permitió conectar con investigadores, estudiantes y educadores en torno a nuestra pasión compartida por la naturaleza”.

Los proyectos transfronterizos como el BioBlitz de la Frontera son un poderoso recordatorio de que la ciencia debe ser accesible. Nos demuestran que es para todos, incluso si no cuentas con un título sofísticado.

Photo credit: Arnau Pou

Marine Ode

Por Angie Vorhies

(Traducción al español por Diana Zazueta)

Desde False Bay partimos al mar—
biólogos, docentes, científicos marinos y ciudadanos,
y estudiantes, todos por la naturaleza—
para contar cuantas especies podamos
en este BioBlitz de la Frontera.

Dejamos la desembocadura del río y navegamos hacia el sur
pasando Pelícanos, Charranes, Gaviotas, Lobos Marinos
pasando Punta Loma, después Cabrillo
subimos al barco una pila de Kelp Gigante:
enredo de vesículas, ramas y hojas
de un verde ámbar que brilla bajo el sol de la mañana.
Entonces las presentaciones llegan tan rápido
que apenas puedes recordarlas todas—
es difícil ponerle nombre a una cara tan pequeña—
hola Babosa de la Esponja Amarilla que se desliza por tu palma
y este encaje blanco delicado como una diminuta pantalla de lámpara,
Nudibranquio, Anémona Brooding, Copépodo,
Percebes de Cuello de Ganso por cientos—
¿y qué son esas cosas que parecen cucarachas
saliendo del Alga Parda Boa Emplumada?

Tanto sucede bajo la superficie que a veces olvidas
hasta que se te regala una mirada a este mundo
de acróbatas y antiguos, caballos miniatura, un cosmos
de Estrellas Girasol y Estrellas Quebradizas.

Giramos hacia el oeste, donde no hay muro,
solo la aleta de un pez luna, saludando
olas durante millas, que nos llevan
como pequeñas Medusas velero,
Velella velellas, con sus balsas azul ultramar
y velas transparentes.

Perdemos de vista la tierra, escaneamos el mar
como antiguos marineros, sin ver Albatros
solo el ocasional globo de Mylar que flota
como una manzana envenenada para animales marinos que los confunden
con comida, consumen el plástico tóxico, se enredan en sus hilos.
La tripulación pesca cada uno con una lanza larga de bambú.

Llegamos a la Bola de Sardinas, una fiesta salvaje de Delfines,
¡Delfines! Se apresuran al frente, detrás, al costado, montan la ola de proa,
igualando nuestra velocidad, deslizándose como cuchillos en el agua,
esbeltos, saltando, brincando unos sobre otros, presumiendo como niñas que hacen ruedas de carro
porque pueden, como niños corriendo cuesta abajo
sin perder el ritmo, hipnotizantes, fluidos
delfines sincronizados nadando
con una exhuberancia tan natural—
¿quién se atreve a llamarlos Común, son extraordinarios—
queremos estar allí con ellos, y nos inclinamos sobre la baranda tanto como nos atrevemos
olvidando nuestros torpes cuerpos bípedos
uniéndonos a ellos, con el agua, en el agua
donde no hay frontera

Solo una
hidrosfera
que rodea la Tierra
de la nube al río al mar—

cada uno de nosotros una gota en ese océano
no hay separación entre nosotros
estas construcciones permeables que llamamos célula,
cuerpo, frontera, microplásticos
disueltos—

como el aura azul que brilla
justo bajo la superficie antes de que ella sople
una vez, dos veces, tres veces, y contienes la respiración mientras Azul asciende al cielo—
y luego cae en centenas
al mar.

Ahora estás en tiempo de Ballena.
Esperas 10, 20, 30 minutos,
pero no hay rastro de ella—
solo la superficie lisa y plana donde la Ballena estuvo,

una aleta caudal, te consideras afortunada
de que te haya dejado verla.